15/01/2013 | | Negocios

Advierten desinversión y deterioro en el parque de maquinaria

El especialista Héctor Sendoya señaló que para mantener un modelo eficiente en el uso de maquinaria se necesita reponer 1.300/1.400 cosechadoras por año y 5.000/6.000 tractores.

Los balances están a la orden del día. Para Héctor Sendoya, director de Héctor Sendoya y Asociados, “el 2012 ha sido para el mercado de maquinaria agrícola un año marcado por algunas deficiencias de oferta, pero también por una prudencia en la demanda de bienes de capital”. Lo afirmó en declaraciones al programa “Siempre que llovió…, paró”, que se emite por Radio Colonia.

El especialista en maquinaria agrícola sostuvo que “para el modelo productivo argentino, que es tan particular y único en el mundo, donde el 65% de la agricultura es el campo arrendado, sumado a un tamaño de explotación suficientemente grande como para alcanzar el punto de equilibrio, y 80% de la cosecha hecha por contratistas, lo mismo que los trabajos de pulverización y siembra, con su porcentaje cada vez más alto, requiere como mínimo reponer 1.300/1.400 cosechadoras por año y 5.000/6.000 tractores para mantener ese equilibrio de un modelo extremadamente eficiente en el uso de la maquinaria”.

Y se repone muchísimo menos que eso. “En cosechadoras se llegará a 700 entre todas las marcas, incluyendo a nacionales, y en tractores difícilmente se pase de los 4.500. Con lo cual es un año que estamos desinvirtiendo en el parque de maquinarias. Parte de esto ha sido alguna restricción en la oferta por dificultades para importar en algunos casos, pero también en el sector contratista ha sido un año que no fue bueno, y el proceso de inversión requiere tener una sanidad económica y al posibilidad de tener acceso a un crédito que hoy tampoco está muy disponible”.

En este sentido, Sendoya indicó que el 2012 fue un año que marcó una desinversión y un deterioro de la flota de cosecha y de tractores, y en alguna medida también en siembra y pulverización.

Mercado

“Es cierto que pasamos de un régimen de una apertura absoluta a uno de una dificultad absoluta, y en el medio lo lógico hubiera sido una cosa mucho más gradual y racional, con políticas de estado de largo plazo”.

Lógicamente, indicó, que a nadie le gusta la competencia y seguramente en algún caso se festejaron las restricciones, pero a largo plazo no son buenas para nadie porque en definitiva la competencia ayuda al desarrollo, a la competitividad y a mejorar la tecnología. Los pasos que se han dado, tal vez en la moneda menos adecuada, están generando la vuelta a un país de manufactura de las grandes multinacionales, y de alguna forma eso asegura un flujo creciente de la última tecnología.

“Diría que estamos entrando a un mercado un poco más racional, porque tampoco era racional que en la Argentina el 80% de las cosechadoras y tractores fueran importados. Estamos entrando a una política un poco más equilibrada, pero, posiblemente, instrumentada de la manera menos adecuada. De alguna forma estamos entrando a un mercado un poco más normal, donde las multinacionales están haciendo inversiones para volver a producir en la Argentina, y creo que a largo plazo es una buena solución pensando que Argentina, sin dudas, tendrá una oportunidad histórica de producir granos y alimentos al resto del mundo. A poco de que algunas cosas se corrijan, porque deben corregirse, el futuro aparece interesante”, explicó.

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