04/04/2017 | Ejecutivos | Entrevistas

Cristina Monteverde: “Doy todo por Montecor”

Dirige con pasión la empresa junto a su familia y sólo piensa en seguir creciendo. La visión de una mujer que sabe lo que es empezar desde muy abajo y llegar al liderazgo.

Cristina Monteverde (Montecor)

Hay personas que se convierten en símbolos de las empresas que conducen. Le ha pasado a Cristina Monteverde, Directora de Montecor, junto a su esposo Omar Borgiani.

Desde 1988 manejan juntos el timón de la empresa de Monte Buey (Córdoba). Apilando esfuerzos y sacrificios llegaron a convertirla en líder de equipos forrajeros y también la expandieron hacia la agricultura.

Actualmente, los hijos de ambos, Patricia y Gastón, trabajan en la firma, tomando el legado y aportando el empuje de una nueva generación.

Cristina, a pesar de manejarse siempre con expresiones medidas, no puede disimular el orgullo cuando habla de Montecor. En diálogo con MaquiNAC, rememora los inicios y traza las proyecciones de un emprendimiento apoyado en las renovaciones constantes.

La empresa, un sentimiento

En una entrevista de hace ya unos años, usted dijo que “daba la vida” por la empresa. ¿Continúa con el mismo sentimiento?

Ah… por supuesto. Yo doy todo por Montecor. Con el bastón me van a tener que sacar de adentro de la empresa. Son años de esfuerzos y sacrificios y hoy tenemos la satisfacción de esta realidad, con una empresa consolidada y siempre innovando.

Empezamos de muy abajo con Montecor y hoy es una alegría ver lo que conseguimos.

Montecor es una empresa familiar que se ha hecho con mucho trabajo, empujando, creciendo y poniéndole tecnología. Empezamos de muy abajo y hoy es una alegría ver lo que conseguimos.

Precisamente, han incorporado nuevas maquinarias en la fábrica…

Sí, incorporamos cuatro máquinas nuevas que nos permiten trabajar mejor, más rápido y hacen que los procesos de fabricación sean más eficientes. Además, para exportar hay que tener tecnología, de lo contrario, no se puede.

Incorporamos un láser de doce metros y también una plegadora, entre otras máquinas. Con el láser es más fácil que andar agujereando con la punzonadora. Y hay un robot que va respondiendo al trabajo del láser. Con todo eso la fábrica es mucho más productiva.

A puro pulmón

En 2018 se cumplirán 30 años desde que usted y su esposo iniciaron una nueva etapa con Montecor, ¿cómo fueron esos comienzos?

En realidad, la primera parte de la empresa empezó en 1974 con mi esposo Omar Borgiani y mi hermano Miguel Monteverde.

Yo trabajaba mediodía en la cooperativa agrícola de Monte Buey, atendía las cuentas de los asociados. Mi marido me decía que dejara ese trabajo y fuera a la empresa, a Montecor.

Empezamos a hacer acoplados y tanques y todo era artesanal. Dibujábamos en el piso. No había ingenieros.

Al final, en 1988 hay como una división de la empresa y seguimos con mi marido al frente de Montecor. Dejé con miedo el trabajo en la cooperativa, porque pensaba que no estaba preparada para ir a la empresa. Y trabajando en la administración de la cooperativa había aprendido muchas cosas.

Yo tengo cuarto grado en el campo y mi marido tiene segundo año de la escuela de Justiniano Posse. Pero…bueno, nos largamos con Montecor y teníamos siete y ocho personas trabajando y empezamos sin viajantes, sin nada.

¿Qué fabricaban al principio?

En ese entonces se hacían reparaciones en plantas de silos. Pero una vez se cayó un empleado en un pozo de noria y fue tal el susto que decidimos dejar esa actividad y empezamos a hacer acoplados y tanques. Todo artesanal. Dibujábamos en el piso. No había ingenieros. También hicimos reformas de tolvas autodescargables y vendimos un montón.

Después conseguimos unos muy buenos grupos de viajantes y empezamos a vender en otras zonas del país, porque al principio vendíamos en la zona de Monte Buey. Pasamos a los comederos de hacienda y posteriormente arrancamos con los mixers y las tolvas autodescargables.

Cuando todo era una utopía

¿Pensaban que Montecor podía llegar a la dimensión que tiene hoy?

Nunca nos imaginamos llegar hasta donde hemos llegado. Por ejemplo, no pensábamos en hacer una rotoenfardadora. Cuando la gente nos pedía que la hiciéramos, nosotros decíamos que no era una máquina para Montecor porque tenía mucha tecnológica. Pero gracias a Dios llegamos y bien.

¿Cómo captaron la tecnología que se venía en mixers y tolvas?

Siempre tratamos de innovar, de ver cuáles son las necesidades de los clientes. Así fuimos llegando a tener una máquina para cada momento de la temporada. Entonces, el empleado tiene trabajo todo el año.

Cuando la gente nos pedía que hiciéramos una rotoenfardadora, nosotros decíamos que no era una máquina para Montecor. Pero llegamos y bien.

Siempre estamos buscando innovaciones y producir más. A lo mejor no tanto en el tema de acoplados tolvas, porque no somos grandes vendedores de acoplados; pero sí en la línea de forrajes, donde creo que somos número uno. Creo eso porque tenemos toda la línea completa y ahora estamos renovando todas las máquinas.

Estamos muy dedicados a la ganadería, nos gusta mucho. El feedlotero y el tambero no fallan. El tema agricultura es más difícil que el tema ganadería.

Actualmente, ¿qué renovaciones se están planteando?

En tolvas tenemos que hacer innovaciones; por ejemplo, poner un tubo más grande. Pero también estamos trabajando para renovar toda la gama forrajera.

¿Cuándo empezaron a exportar?

En el año 2005. Empezamos con Chile y después seguimos con Uruguay, Paraguay, Bolivia y Venezuela.

Alguna vez también vinieron de Panamá a comprarnos máquinas y hubo interés de gente de Brasil.

La empresa familiar y sus bemoles

¿Cómo se consigue separar el trabajo en la empresa de la vida familiar?

No es algo simple. Los domingos comemos todos juntos y ya decidimos que el tema de la fábrica no se habla en la mesa. De lo contrario, no tenemos vida.

A veces vuelvo de trabajar y hablo de la empresa. Y mi marido me dice: “no, no, no…no toquemos el tema de la fábrica”.

Es que a mí me siguen dando vuelta en la cabeza los temas de la empresa.

Hay una transición porque ya se incorporaron los hijos…

Sí, Patricia está en Ventas, en contacto con los clientes. Gastón dirige la ingeniería y programa la producción junto con el padre. Yo estoy en la parte financiera.

A veces cuesta delegar a los hijos, porque da miedo…teniendo en cuenta tantos sacrificios que hicimos. Gracias a Dios ellos recibieron todo hecho, pero manejan la tecnología, la computadora, son otros tiempos…

¿Nunca hay conflictos?

Por ahí es difícil. Yo soy la mediadora siempre porque entre padre e hijo no es fácil. Yo hago la mediación. Pero los chicos trabajan bien… como les gusta tanto el tema de la fábrica. Y entienden perfectamente lo que su padre hizo y que lo hizo con esfuerzo. Saben que su padre es fierrero-fierrero y que no se va a equivocar. Los chicos escuchan mucho al padre.

Un puntal de la región

En otro plano, Montecor es un sostén de la economía regional…

Montecor significa Monte Buey/Córdoba. En un pueblo de 7.000 habitantes como Monte Buey, una empresa de 115 empleados como la nuestra es importante.

Además, estamos junto a Dante Serra, Procor, Comofra y Famer. Somos empresas que generamos puestos de trabajo y movemos la economía.

¿Cuál es la estrategia de vinculación con el cliente?

Tenemos un buen servicio de posventa; es lo que dice la gente. Además, con cada máquina que vendemos, va un manual completo para que el cliente sepa qué repuesto puede pedir.

Escuchamos lo que les gusta a los productores y lo que no les gusta.

Tenemos que escuchar mucho al productor porque es el que usa los equipos y nos enseña.

Y en Montecor tenemos una atención personalizada. El cliente habla con el dueño, con la dueña o con la hija del dueño. Es todo directo.

A veces la gente no cree que pueda venir y sentarse a conversar con la dueña de Montecor. Pero nosotros somos así.

 

  • Industrias Montecor SRL
  • Ruta Provincial 6, Km. 201,5 (2589)
  • Monte Buey (Córdoba)
  • Argentina
  • +54 3467 470245
  • [email protected]

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